Juguemos a cambiarnos el nombre

Nos pareció centrado el Felipe "Chuky" Bianqui.
Le escuchamos decir que no había derecho para que 5 personas (concejales) le cambiaran el nombre a una calle.
Se refería a la Avenida Kennedy, que pasaría a llamarse Presidente Pinochet.
Chuky Bianqui dijo, primero, que Pinochet no había sido propiamente un Presidente, y segundo, que Pinochet dividía al país, más que unirlo.
Y previó que, de hacerse efectivo el cambio de nombre de la Avenida Kennedy, comenzaría una batalla campal por cambiarle el nombre a otras calles, y en otras ciudades.
Avenida Manuel Contreras, por ejemplo, se nos ocurrió.
Aunque, claro, hay quienes dicen:
–¿Y por qué no?
–¿Acaso no hay una calle Gladys Marín?
–Pues, sí.
Pero no es lo mismo, creemos, la mujer–símbolo de los trabajadores (eso de proletarios nos parece muy fuerte), que el hombre–símbolo de las dictaduras en América Latina.
¿O, sí?
En todo caso, 5 personas decidieron hacer eso, en un sector de Santiago.
¿Faltaría, pues, que cambiáramos Arturo Prat por José Toribio Merino, Bernardo O’Higgins por Gustavo Leigh, etcétera?
Sinceramente, no nos parece.
¿Y cómo se llamarían las anchas alamedas?